jueves, 23 de abril de 2015



ulieta Salas Carbonell. Saliendo de Maturín hacia Barrancas del Orinoco y el caño Mánamo o siguiendo hacia el sur rumbo a Puerto Ordaz, a las orillas de los ríos o caños se pueden apreciar, creciendo sobre los terrenos inundados, los morichales. La palma moriche, Mauritia flexuosa, que crece silvestre en las cuencas del Orinoco y del Amazonas, ha sido hasta ahora y a lo largo de los siglos, un recurso relevante para los pueblos indígenas.
Los morichales no son solamente recurso para los hombres que habitan en sus cercanías sino que son refugio de muchas aves, las cuales utilizan la corona de hojas y el tronco de la palma para hacer sus nidos. Además, los morichales son la única fuente de agua permanente para los animales de la sabana y muchas comunidades humanas durante el largo verano.







El moriche, una palma de tronco grueso que alcanza a crecer hasta los diez metros de altura, crece en un bosque ribereño donde también se encuentran gran variedad de otras especies de árboles como el zarcillo, el guamo, el carricillo. En las aguas del morichal viven el pez temblador, el pavón y la guabina y en sus riberas el pato real, los loros y guacamayas, el pájaro vaco y hasta uno que otro jaguar. El moriche es muy importante para las comunidades indígenas como los Cariña de Anzoátegui, quienes hacen maravillas en cestería con las fibras de sus hojas y aprovechan sus frutos comestibles. Para los Cariña, la palma Moriche es un maná del cielo











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